Ya he dicho anteriormente que suelo dejar las cosas a medias, y no me cansaré de decirlo, seguirme a mí es seguir un camino sin final que, repentinamente desaparece entre la maleza.
Casi me da vergüenza entrar en este blog, ver cómo os he dejado tirados a muchos, a todos los que día a día dabáis un paseo por aquí, apoyabais esto y yo estaba por allí comentando en vuestros blogs. Sigo leyendo a algunos/as, pero hace tiempo que no comento, quizás por la vergüenza de haber fracasado públicamente, de haber dejado tirado otro proyecto más.
Se que debo una disculpa, varias en realidad. Y sumo otra más cuando vuelvo con la única intención de hacer spam de lo que va a ser mi nuevo proyecto: El chico del kaos.

Volver a loguearme en esta cuenta ha sido doloroso, porque he visto que tenía más tirón del que pensaba. Miro las estadísticas y cada pico de visitas durante mi ausencia se ha clavado en mi pecho como una daga. Vienen los "y si...": "¿Y si no lo hubiera dejado abandonado?", "¿Y si hubiera terminado el libro?"
Arrepentirse no sirve de mucho. Solo me queda reunir fuerzas para que "el chico del kaos" no sea otro fracaso, como "El chico que escribe", o mejor dicho, "el chico que escribía pero un día desapareció".
Dos años y medio después vuelvo a blogger, con las orejas agachadas y el rabo entre las piernas para dar a luz a un nuevo niño, y dar muerte digna a este, que ya ha sufrido bastante.
Soy el chico que escribe, y esta fue mi historia.